lunes, 11 de enero de 2010

"Si Cupido se representa tradicionalmente con el aspecto de un angelote rollizo de corta edad, algo así como un lechoncillo seráfico, es para simbolizar que en el amor todos somos eternamente niños, que no aprendemos jamás, que no evolucionamos, que amamos una y otra vez con la misma pureza, es decir, con la misma ignorancia y repitiendo todos los errores. De hecho, a menudo amar, a medida que uno crece, es ir desarrollando cierta esquizofrenia, porque por un lado el cerebro enciende las alarmas y avisa de las trampas que uno mismo se pone, pero por otro, el corazón se emperra en seguir a lo suyo, encediendo el mundo de colores y deshojándose como una trémula alcachofa"

Rosa Montero

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